A nadie se le escapa que el paro es uno de los problemas sociales que más preocupan a los españoles. El desempleo alcanzó en nuestro país cotas insostenibles durante los peores años de la crisis, y a día de hoy el porcentaje de personas en paro es aún muy preocupante. Dentro de este panorama, las personas con discapacidad lo tienen bastante más complicado: por eso, la labor de los Centros Especiales de Empleo se revela como imprescindible a la hora de integrarles en el mercado laboral. Muy especialmente, estos centros son claves para incentivar la actividad laboral entre una parte muy significativa de la población: los jóvenes.
En este post analizaremos la figura de los Centros Especiales de Empleo como herramientas básicas para la integración de los jóvenes discapacitados en el mercado laboral. Sigue leyendo y descubre todo lo que estas instituciones pueden hacer por nuestra sociedad.
Los Centros Especiales de Empleo, en primera línea de la contratación
Índide de contenidos
Según el estudio “Presente y Futuro de los Centros Especiales de Empleo”, publicado en el año 2013, estas instituciones son los principales empleadores de personas con discapacidad en nuestro país. Cito textual: “con más de 70.000 trabajadores incluyendo personas con y sin discapacidad, y un gasto salarial anual de alrededor de 900 millones de euros, los CEE se encuentran entre los mayores empleadores del país”. Este dato revela la importancia de estos centros en el tejido social del país y su relevancia como empleadores de personas con discapacidad. De esta manera, los CEE se revelan como una herramienta fundamental para afrontar la problemática de la discapacidad en la empresas.
Desempleo: “bestia negra” de los jóvenes con discapacidad
El problema del paro juvenil es un asunto muy serio. Más aún, cuando hablamos de jóvenes discapacitados que lo tienen mucho más difícil para acceder al mercado laboral. Según el informe ‘El empleo de las personas con discapacidad 2015’ elaborado por el INE, en España, existen actualmente 22.000 jóvenes activos con discapacidad, entre 16 y 25 años. De todos ellos, 7.100 se encuentran trabajando y 14.900 (el 68%) se encuentran buscando empleo, cifra que supera en 22 puntos porcentuales a la de sus coetáneos (46%).
Una de las “barreras” más complicadas de derribar en este sentido es, sin duda, la de la capacitación. Mientras los jóvenes con discapacidad no obtengan la cualificación adecuada para acceder a distintos puestos de trabajo, los Centros Especiales de Empleo verán cómo (y ya es un hecho) su población activa envejece de manera alarmante. Sobre todo, vemos este envejecimiento en aquellos sectores donde la contratación de personas con discapacidad era habitual, como por ejemplo aquellos en los que se requiere menor cualificación: manipulado, ensobrado, envasado…
Inversión y programas de empleo
¿Dónde está, entonces, la solución a este problema? Como suele suceder, pasa por la inversión en formación específica y por la búsqueda de áreas de trabajo que se puedan orientar a la realización de actividades que requieran una mayor cualificación. Una tarea que los Centros Especiales de Empleo deben situar como prioritaria, si no quieren encontrarse a medio plazo con una población laboral envejecida de forma alarmante.
En este sentido, existe una herramienta que puede ser de mucha ayuda (si se sabe aplicar): el Plan de Empleo Joven que se aplica en distintas comunidades autónomas. Para poder participar en estos planes, es imprescindible que los jóvenes desempleados con discapacidad tengan interés en encontrar empleo y se inscriban, algo que hay que todos debemos contribuir a fomentar.
Incentivar la participación y la información
Es un hecho que una gran mayoría de personas con discapacidad no muestra interés en encontrar trabajo, además de experimentar una grave situación de desinformación acerca de ofertas de empleo, ayudas y prestaciones, etc. Es una labor fundamental de la sociedad, y más específicamente de los Centros Especiales de Empleo, generar medios para lograr que los desempleados con discapacidad (muy especialmente los jóvenes) se acerquen a dichos programas para poder optar a puestos de trabajo que puedan facilitar su integración en el mercado laboral.
Si se consigue, el problema acuciante del envejecimiento de las plantillas de los CEE (y por consiguiente, el de su cada vez más baja productividad) verá los primeros pasos hacia su solución, y el gran problema de la tasa de desempleo entre los jóvenes con discapacidad empezará a ser atajado de raíz.
¿Crees que incentivar a los jóvenes con discapacidad a apuntarse en programas de empleo es una herramienta útil para atajar el problema del paro en este sector? ¿Qué opinas de la labor que los Centros Especiales de Empleo pueden realizar en este sentido? Deja tu reflexión, pregunta o comentario a continuación.
Foto: Flickr – Comunidad de Madrid.