La presencia de la familia política en la empresa familiar es un tema tan antiguo como la propia empresa. Siempre que alguien empieza un negocio con la intención de legarlo a sus hijos, no debe olvidar que también se lo legará a quienes en ese momento son unos completos extraños, de los cuales no sabe absolutamente nada. Sin duda, es todo un riesgo: la presencia de cónyuges, yernos y nueras, cuñados, etc. en la empresa familiar puede hacer que se tambalee el negocio, e que incluso la propia familia tenga serios problemas.
Pero si las cosas se hacen bien, este tema no tendría por qué ser motivo de preocupación para emprendedores y empresarios. Lo importante es establecer unas normas firmes, previas a la llegada de “los de fuera”, para que ya desde antes de entrar en el seno familiar todo el mundo tenga las cosas claras. En este artículo intentaremos clarificar cómo gestionar la inclusión (o no inclusión) de la familia política en la empresa familiar, para que no levante ampollas ni cause conflictos innecesarios.
La familia política en la empresa familiar: atención a los riesgos
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De entrada, hay que tener en cuenta que existen muchos casos en los cuales la entrada de familiares políticos capacitados (y con valores similares a los del fundador) en una empresa familiar ha sido un factor determinante para su éxito y su continuidad. Vamos, que la presencia de la familia política en la empresa familiar no es siempre algo negativo. Pero lo cierto es que en la mayoría de los casos suele ser una fuente de conflictos. En la web La Empresa Familiar, Joan M. Amat explica los riesgos de incorporar a un familiar político al negocio:
“Por un lado, su entrada puede cambiar el orden natural de la familia e incorporar a un yerno por delante de un hijo pueden provocar graves consecuencias en las relaciones familiares. Por otro, el riesgo de una separación matrimonial puede tener importantes consecuencias para la empresa. Y, por último, la incorporación de un yerno sin la experiencia y formación adecuada, sin los valores, compromiso y virtudes necesarias, que cree que tiene el derecho a dirigir por ser el cónyuge de un accionista, independientemente de su formación y experiencia previa, y que no cumple las normas de conducta ni los horarios puede crear una situación difícil para la familia y para la empresa”.
¿Es bueno que la pareja entre a trabajar en la empresa?
Esta pregunta es muy difícil de responder: se podría decir que hay tantas respuestas como parejas. Pero nos vamos a arriesgar. Como decía Felipe González hace años con respecto a la OTAN: “De entrada, no”. La presencia de la familia política en la empresa familiar, y más aún cuando se trata de un familiar tan cercano (y con una relación tan especial) como un cónyuge, puede convertir a la empresa y a la familia en un auténtico campo de batalla… Aunque, desde luego, existan honrosas excepciones como el caso de la multinacional japonesa Suzuki, gobernada por un “yerno adoptado” por cuarta generación consecutiva.
Sin embargo, la realidad nos enseña que hay muy pocos casos que funcione. Incluso cuando el cónyuge es brillante (y “sobradamente preparado”), los contras suelen superar a los pros. Por un lado, y en el aspecto personal, te arriesgas a que las cuestiones laborales y empresariales estén siempre presentes en tu relación de pareja; por el otro, se suelen generar delicadas situaciones de agravios comparativos, envidias, rencores… Que tendrán consecuencias sin duda en el ámbito privado.
Las cosas, claras
Para evitar que la presencia de la familia política en la empresa familiar convierta el entorno en terreno hostil, lo mejor es crear un protocolo familiar que deje bien claros estos temas. Y cuanto antes, mejor: si en los estatutos está definida la función (o ausencia de función) de yernos, cuñados, parejas de hecho y demás parientes en la empresa antes de que aparezcan, no habrá opción al conflicto ni a la discusión. De nuevo, el protocolo familiar se convierte en la herramienta perfecta para gestionar esta situación tan delicada, por la que todas las empresas familiares pasan más tarde o más temprano.
Mediante unos estatutos claros, el protocolo familiar creará en entorno seguro para el desarrollo de la empresa familiar y su relación con la familia política. En él se pueden consignar medidas como restringir o incluso prohibir la entrada de cónyuges en la empresa (por duro o radical que pueda parecer, esta medida suele ser muy acertada), establecer el régimen de atribuciones que deben adoptar los socios en sus matrimonios, establecer qué pasa con las acciones en caso de divorcio…
En Leialta podemos ayudarte a crear ese protocolo familiar que librará a tu empresa de pasar por problemas y situaciones delicadas, en relación con la familia política. Tenemos amplia experiencia y formación: nuestro equipo te asesorará en todo momento, garantizándote los mejores resultados.
¿Qué pasa con los matrimonios?
Si hablamos de presencia de la familia política en la empresa familiar, este es un tema que siempre hay que tratar. Cuando el socio de una empresa familiar contrae matrimonio, si lo hace en régimen de gananciales (el más habitual en nuestro país) la mitad de sus acciones y/o participaciones pasan automáticamente a su cónyuge, por lo que en caso de separación es muy probable salgan fuera de la familia.
Nos encontramos ante una situación no deseada por ninguna empresa familiar, que se puede evitar estableciendo en el protocolo familiar la obligación para los socios de contraer matrimonio en régimen de separación de bienes. Y los que ya estuvieran casados en régimen de gananciales, tendrían la obligación de realizar capitulaciones matrimoniales y ponerse en idéntica situación. Otra opción: en los estatutos se podría establecer que tras un proceso de divorcio, las participaciones del cónyuge pasarían directamente al socio (independientemente de que se establezca un pago para el primero).
Empresa unida, familia unida
La presencia de la familia política en la empresa familiar puede no ser un escollo para las relaciones dentro de la sociedad y de la familia, e incluso convertirse en un elemento positivo para el desarrollo y la continuidad de esta. Pero en todo caso, conviene tener las cosas bien atadas para que no surjan conflictos ni desavenencias, que sin duda trascenderían el ámbito laboral para afectar a la vida privada de todos.
¿Qué opinas de la necesidad de regular este tipo de situaciones? ¿Crees que mediante un protocolo familiar se pueden controlar los problemas y las injerencias de la familia política en la empresa familiar? ¡Danos tu opinión!
Empresa familiar, que desde hace unos años, nuera e hijo de uno de los socios( son 5), han venido desarrollando labores que debía realizar el Gestor de la empresa, que resulta ser el marido de la hermana, yerno de un socio, durante éstos años han ido viendo que ésta persona no cumplía al 100% con su trabajo y resulta que se enteran el año pasado que es el que más cobraba de la empresa, y además que quería formar parte de la empresa como uno más, porque según él ha contribuido al crecimiento de la misma. Esto ha provocado un descontento muy grande porque nadie sabía lo que cobraba aún sabiendo que no cumplía con sus obligaciones. La decisión final ha sido prescindir de sus servicios, pero el coste personal ha sido muy grande, y en éste caso la nuera que ayudó a destapar la falta de gestión ha quedado mal, debería seguir en la empresa? Suele ser ésto un caso típico? Cuál sería la solución en un caso similar. Gracias
Gracias por su mensaje Victoria. La situación que nos comenta, por desgracia, es un caso que se da frecuentemente en la empresa familiar, sobre todo en una segunda o tercera generación. Se trata sin lugar a dudas de una intrusión abusiva de parte de la familia en los cargos de gestión, cuya mala gestión o sueldos desproporcionados (Fuera de mercado) afectan claramente a la rentabilidad de la empresa, y por ende a los socios.
Sin duda que este tipo de situaciones se pueden evitar, con el objetivo claro y sensato que la empresa familiar se rija por los principios de meritocracia profesional/laboral a la hora de conceder un puesto de gerencia dentro de la empresa, estableciendo unos criterios mínimos profesionales, por ejemplo, cierta experiencia profesional acreditada en el mismo puesto, formación académica mínima, etc.
Es por ello que, una solución clara para evitar este tipo de conflictos familiares es establecer un protocolo familiar que fije las reglas de juego todos los socios y a la propia empresa, no sólo en la incorporación de familiares a puestos de gerencia, sino a otros muchos aspectos tales como a los derechos de salida de los socios, criterios de incorporación laboral a la empresa, derechos de adquisición preferente de participaciones en caso de mortis causa de alguno de los socios, régimen de capitulaciones matrimoniales, valoración de participaciones a futuro, exclusión de un socio sobre gravámenes de participaciones, quórums de decisión políticas retributivas, etc.
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