Con este post sobre la importancia de tributar en España, inauguramos una nueva sección de artículos sobre ética en los negocios con el firme objetivo de explicar la posición de LEIALTA sobre temas, a veces, muy controvertidos. Si te gusta lo que ves, estaremos encantados de que nos sigas…
Imagina por un momento…
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Imagina que vas a un restaurante de 3 estrellas Michelín en tu ciudad. Te han hablado muy bien de él, así que decides hacer el esfuerzo de ir a cenar. Cuando llegas, el sitio es espectacular en todos los sentidos: la atención del personal, el cuidado por los detalles, la presentación de los platos… Por supuesto, todo va a acorde, porque cuando llega el momento de pagar, la cuenta tiene un montón de ceros. Duele, pero te lo esperabas.
Mientras estás disfrutando de tu café, tras la fabulosa cena, te das cuenta de algo extraño: algunos se levantan sin pagar. En vez de salir por la puerta principal, pasan por una puerta lateral con cortinilla y salen a la calle. Ante semejante escándalo, decides avisar a uno de los camareros sobre lo ocurrido. Este, al oír tus explicaciones, se encoge de hombros y dice que sucede constantemente, que no se puede hacer nada.
Tanta inacción te enfurece, pero al cabo de un rato se te pasa y piensas que “Total, no es mi restaurante; el dueño sabrá lo que hace”.
Pasado un tiempo, y ya recuperado económicamente, decides repetir la experiencia. Los malos recuerdos han desaparecido y sólo retienes los buenos momentos que pasaste cenando. El sitio sigue allí, pero desde el momento en el que entras notas que ya no es lo mismo. Hay menos camareros para las mismas mesas, por lo que van corriendo de un lado a otro para intentar servir los platos que terminan llegando equivocados o fríos. Los platos no tienen el mimo y la delicadeza de la primera vez. Incluso te percatas de que el mantel de tu mesa tiene manchas.
A pesar de todo, procuras disfrutar de la experiencia, pero cuando llega la cuenta ves que el precio es el mismo de siempre. Eso no ha bajado. Suspiras y decides pagar, pero te vas a pensar «muy mucho» volver por allí otra vez. Por el rabillo del ojo observas como el tránsito de comensales por la puerta lateral sigue sucediendo, incluso en mayor número que la otra vez…
Pasado varios meses, decides darle una última oportunidad al restaurante. Piensas que igual han espabilado, que vuelve a ser lo que era. Cuan grande tu sorpresa cuando llegas y ves que el restaurante es ahora un puesto de comida rápida de dudosa calidad… Esto mismo es lo que muchas personas y entidades le están haciendo a nuestro país cada día evadiendo impuestos a través de paraísos fiscales.
«De acuerdo con un estudio publicado por World Inequality Lab, en 2017 los españoles tenían más de 150.000 millones de euros escondidos en paraísos fiscales. Esto supone el 15% del PIB español.»
De esta cantidad, el 8,6% no está declarado a Hacienda. Es decir, 12.900 millones de euros que no han tributado de ninguna forma en España. A la que hay que sumar el resto, 137.100 millones, que han tributado a un tipo mucho más bajo que el español.
Miles de millones de euros que dejan de recaudarse todos los años en España por culpa de estas prácticas de evasión fiscal…
Pero, ¿cómo funcionan los paraísos fiscales…?
Hay infinidad de fórmulas… Aquí, voy a comentar una de las más sencillas, porque esto no es el objeto del artículo, pero lo creo necesario:
Quiero vender en España un par de zapatos que he comprado en China:
- El par de zapatos lo he comprado en China por 1 euro.
- Espero venderlo en España por 15 euros.
- Beneficio en España de 14 euros por par de zapatos.
- Tributo al 25% por esos 14 euros = 3,5 euros para Hacienda
Ahora, el mismo ejemplo con un paraíso fiscal:
- El par de zapatos lo he comprado en China por 1 euro, pero lo adquiere una empresa en Islas Caimán.
- La empresa de Islas Caimán se lo vende a la empresa española por 13 euros
- Espero venderlo en España por 15 euros.
- Beneficio en España de 2 euros por zapato.
- Tributo al 25% por esos 2 euros = 0,5 euros para Hacienda
- Tributaría también en Islas Caimán por la diferencia entre 1 euro que me ha costado el zapato y los 13 euros a los que se lo he vendido a España, pero será aun menos de ese 0.5 euros que pago en España.
Este no es más que un ejemplo (burdo) de las muchas formas de evasión fiscal que ofrecen los paraísos fiscales. Dependiendo de tu necesidad, hay una fórmula que se ajusta a cada cual: fondos de inversión, planes de pensiones, cuentas bancarias opacas, etc.
¡Basta ya de tanta hipocresía!
Como alguien me diga otra vez en relación con los paraísos fiscales eso de “pero es legal”, os juro que vomito. Ya está bien de la mentalidad de doble rasero.
«Lo diré claro: no es correcto. Será legal, pero no es correcto. A veces los legisladores meten la pata y nos entregan una ley que es errónea. Este es el caso«.
Los ciudadanos debemos tener la suficiente inteligencia y valores como para saber que, aunque la ley lo permita, el uso de este tipo de estructuras es perjudicial para el conjunto de nuestra sociedad. Esto no es colarse en la panadería porque el que tienes delante se ha despistado con el móvil, o no respetar la cola de coches cuando la salida de la autopista está colapsada (como odio a estos, por cierto). Esto es crítico, porque no tributar en España pone en peligro nuestro desarrollo y competitividad como país.
No me vale tampoco cuando alguien dice aquello de “es como el dilema del prisionero; si no lo hago yo, otro lo hará” (menos pedante está la versión de “tonto el último”, que es lo mismo). Vamos a ver, siempre habrá outsiders en una sociedad. Sanguijuelas que se aprovechan de los demás o de una ley, pero no por ello debemos subirnos a ese tren. Sé que es duro porque, en el caso de los paraísos fiscales, comportarse como una sanguijuela es legal, pero no correcto. Sencillamente, no es correcto.
«Ya pago suficientes impuestos», dicen…
Lo primero de todo, quisiera dar las gracias a todos esos “empresarios” /” asesores” que combinan su actividad con la de ser ministros de Economía y Hacienda, planificadores tributarios y colaboradores de primera línea en la confección de los Presupuestos Generales del Estado… Les doy las gracias por poder llevar todos esos trabajos, y, aun así, tener tiempo para poder determinar con tanta precisión que su empresa, dentro del conjunto de la sociedad, está pagando impuestos en exceso. Para que luego digan que Superman no existe.
Y no les pongas en duda, porque te contestarán que si no lo hicieran así, tendrían que cerrar el negocio… Creo que voy a llorar.
Retomo la idea de la pérdida de competitividad para explicar este punto: la evasión fiscal de las compañías provoca que se camuflen ineficiencias e incapacidad competitiva en el seno de estas organizaciones. En lugar de analizar «por qué vendo menos«, se lanzan al «cómo puedo tributar con ayuda de una pequeña isla en el Caribe«… Vendes menos, aunque ganes lo mismo. En principio te puede dar igual, pero con no tributar en España no estás solucionando el problema de tu empresa en el largo plazo.
Debemos tener en cuenta que estamos en un marco competitivo internacionalizado sin precedentes. Ahora los competidores pueden venir desde cualquier sitio a vender productos a las casas de nuestros clientes sin moverse de su país. La competencia es mundial, instantánea y feroz porque las estructuras económicas de cada país son diferentes. Es decir, tendrás que competir con empresas con menos costes salariales, por ejemplo.
«Tenemos que enfocar nuestro esfuerzo en hacer las empresas más competitivas, más atractivas para los clientes, más eficientes, más sólidas… Y tributar en España.»
Si en lugar de eso, gastamos la energía en pensar la forma de ahorrar unos miles de euros con Andorra, nuestros competidores seguirán ganando terreno porque son incansables e implacables.
Hay que pagar la cuenta: la importancia de tributar en España
Al igual que el restaurante con el que empezaba el artículo, las empresas deben tributar íntegramente en España porque han disfrutado de todas las ventajas que supone operar aquí.
Me parece de una cara dura increíble aprovechar toda la seguridad que ofrece el marco económico, legal, jurídico, laboral, etc. de nuestro país a las empresas y después no tributar en España por el beneficio que has obtenido gracias a ello.
¿De verdad piensas que hubieras conseguido semejante beneficio en un país como Somalia o Sudán, donde su índice de corrupción es de los más altos del mundo (por no hablar de otros indicadores económicos)? ¿Crees que es gratis que tu mercancía vaya de Vigo a Valencia por carretera en un puñado de horas y sin incidencias?
Cuesta mucho dinero (que no vemos) decidir hacer algo y que se pueda llevar a cabo según lo pensaste. No me refiero a la inversión de dinero y tiempo que tendrás que hacer para que suceda, sino a todos esos agentes y elementos que te van a facilitar el camino para lograrlo.
Entonces, ¿qué propones…?
Nada, allá cada uno con su conciencia. Los que ya evadían impuestos seguirán igual y los que son conscientes de la importancia de tributar en España, espero que sigan así.
«Desde Leialta consideramos que es fundamental tributar en España todo lo posible porque eso genera una economía estable que atrae a más compañías y mejora la competitividad de las empresas, que se esfuerzan más para lograr beneficios.»
Necesitamos autopistas para transportar las mercancías, policías que eviten robos en nuestros negocios, jueces que protejan nuestros derechos frente a esos outsiders, escuelas y universidades que formen a nuestros futuros empleados, hospitales que nos den salud para trabajar duro todos los días y muchas cosas más… Por eso es importante tributar en España.
En Leialta queremos que cenes en un restaurante de estrella Michelín todos los días, que disfrutes de una experiencia increíble y que repitas. Para poder hacerlo realidad necesitamos que pagues la cuenta cuando llegue y que no salgas por la puerta lateral, porque eso nos afecta a todos.