Los valores de la empresa familiar son hoy día más importantes que nunca. Es más que probable que seas consciente del deterioro de la sociedad actual y de sus instituciones: el planeta ve cómo sus recursos se agotan, los gobiernos aparecen ahogados por la corrupción, las desigualdades son cada vez más grandes, los salarios bajan o se mantienen igual que hace años (mientras el nivel de vida se dispara), las clases trabajadoras ven mermados sus derechos… Frente a todo esto, es difícil saber qué hacer. Sin embargo, existen formas de contribuir a mejorar nuestra sociedad que, además, pueden suponer un beneficio extra para las empresas.
¿Te ha sorprendido esta afirmación? Pues entonces, este artículo es lo que estabas buscando. Y es que la empresa familiar, por sus características e idiosincrasia única, puede ser una pieza clave para ayudar a constuir una sociedad más justa sin por ello perder oportunidades de negocio. Es más: todo aquello que se haga a favor de la sociedad repercutirá positivamente en la actividad de dicha empresa. Para ello, es fundamental conservar y dar relevancia a los valores de la empresa familiar. ¡Vamos a ver cómo lo podemos conseguir!
Los valores de la empresa familiar y su relevancia
Índide de contenidos
¿Cuáles son los valores de la empresa familiar? Frente a esta pregunta, tal vez sea interesante plantear una pequeña matización: ¿cuáles de estos valores pueden contribuir a mejorar la sociedad en la que vivimos? Si eres propietario o socio de una empresa de estas características, seguro que se te ocurren muchos. Arraigo a la tierra, perdurabilidad y solidez, cercanía al consumidor… Estos son algunos de ellos, pero también podemos establecer otros relacionados con los siguientes aspectos:
- Relación con los empleados. En la empresa familiar hay un vínculo especial con los trabajadores, que se sienten partícipes del éxito de la empresa familiar y de su continuidad. Lo normal es que el periodo de permanencia del trabajador en la empresa sea alto, lo que redunda en beneficios sociales (menos desempleo, estabilidad económica de las familias…).
- Sensación de “proximidad”. La empresa familiar se proyecta como un servicio de alta calidad. El trato con el cliente suele ser muy cercano (se convierte en “amigo), y por lo general, la calidad del producto es alta. Las respuestas de la empresa a los requerimientos del cliente resultan ágiles y flexibles.
- Generación de identidad. Entre los valores de la empresa familiar, uno de los más importantes es la identidad que crea el negocio. Identidad que se relaciona directamente con el lugar donde se ubica (como sucede con algunas “empresas de toda la vida”, que llevan décadas y hasta siglos en una región).
- Independencia. La empresa familiar apuesta en gran medida por la autofinanciación, lo que implica una gran independencia a la hora de tomar decisiones. Esta característica suele generar respeto e incluso admiración en sus trabajadores y en los habitantes de la región.
Tener valores tiene sus ventajas… Y son estas
Mantener los valores de la empresa familiar no solo aporta beneficios al entorno y la sociedad en la que funciona dicha empresa. También puede ser (y suele ser) tremendamente positivo para las propias empresas, que ven cómo su imagen mejora considerablemente. Además, cuando hacemos las cosas bien los beneficios no tardan en llegar… En lo que a imagen respecta, podemos poner como ejemplo el caso del empleo. Las empresas familiares que se implantan en una determinada comarca o provincia suelen generar empleo de manera constante, generación tras generación. Prestan un servicio fundamental en sus Comunidades Autónomas, algo que se convierte en un orgullo para la familia propietaria de la empresa.
Esto redunda en algo fundamental que es importante remarcar: a causa de sus valores, la empresa familiar es concebida como un modelo a seguir en el entorno empresarial, al mantener una visión a largo plazo frente al cortoplacismo de las grandes corporaciones. Si quieres que tu empresa familiar sea un ejemplo de buenas prácticas, crezca generación tras generación y no genere problemas de relación entre socios, en Leialta podemos ayudarte a conseguirlo. Hemos contribuido al éxito de muchas empresas familiares y estaremos encantados de hacer lo mismo con la tuya. Consúltanos y diseñaremos un plan específico para tu caso.
Empresas que trabajan por mejorar la sociedad
La idiosincrasia de la sociedad actual puede definirse a grandes rasgos a través de dos términos que, seguramente, estarás harto de escuchar: globalización y digitalización. Desde el final de la II Guerra Mundial hasta nuestros días, el proceso de globalización no ha hecho más que crecer. El mundo actual no tiene nada que ver con el que existía hace 100 años: la sociedad ha cambiado más durante esa época que en los 20.000 años anteriores. ¡Impresionante! Este nuevo paradigma se ve afectado también por la digitalización, proceso imparable que comenzó en los años 80 del siglo XX y que hoy afecta a todos los órdenes de la sociedad.
Frente a estos dos enormes procesos, los valores de la empresa familiar podrían parecer obsoletos. Pero nada más lejos de la realidad: resultan imprescindibles para sortear el riesgo de que en un futuro no muy lejano, el trabajador termine siendo una pieza del engranaje, despersonalizada y dirigida. Porque en la empresa familiar el empleado no es nunca una pieza, ni se siente como tal: al revés, siente que “pertenece” a la empresa, pero en el buen sentido. Un empleado de una multinacional no tiene ese nivel de compromiso; en su lugar, el trabajador de la empresa familiar siente que su futuro va ligado a la propia continuidad de esta, y se hace partícipe del éxito de la empresa aportando su granito de arena. ¡De esto hablamos cuando hablamos de “sentimiento de pertenencia”!
Una postura buena para todos
Es cierto que hoy día, los trabajadores del futuro están preparados y enseñados (y hasta podríamos decir que “dirigidos”) para trabajar en grandes multinacionales, en puestos como director de área, director financiero o director comercial. Por eso, muchas veces los sucesores de una empresa familiar no se muestran interesados en continuar ese negocio que tanto trabajo costó levantar. Esto es un error: debemos fomentar los valores de la empresa familiar y transmitirlos a los futuros empresarios para que esta pieza clave del entramado social no se convierta en algo del pasado.
Los valores de la empresa familiar son claros y deben ser proyectados, para convencer a las nuevas generaciones de las ventajas de unirse a un proyecto claramente ganador. Porque si un proyecto auténticamente ganador es poder llegar a compartir la continuidad de un negocio familiar, haciendo participes del crecimiento a los futuros continuadores de la empresa.
Y tú, ¿crees que los valores de la empresa familiar están aún vigentes, y es más, son más importantes que nunca? ¡Danos tu opinión!